Mover del Espíritu Santo y “tradición” en la iglesia de Cristo

“Respondiendo él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?” Mateo 15:3

En los tiempos en que Jesucristo desarrolló su ministerio como hombre en esta tierra, existía una “tradición” judía. ¿En qué consistía? En diversas costumbres que con los años se fueron “pegando” al resto de la vida religiosa de la nación de Israel.
Estas costumbres se fueron adaptando de tal modo a la vida diaria del pueblo de Dios, de tal modo que pasó a ser (a los ojos de los religiosos de entonces) casi tan importante como la voluntad misma de Dios.

En la actualidad, contamos con una tradición evangélica. Es innegable.
Basta con considerar el día Domingo como el día de reposo (o “día del Señor”). En este día se concentran las actividades de adoración, alabanza, oración, ministración de la palabra, y otros ministerios como si el resto de la semana fuera un paréntesis en el cual no es necesario hacer énfasis alguno.

Es cierto que en el resto de la semana, se suman un montón de actividades, grupos de jóvenes, de mujeres, de líderes, de obreros, de adolescentes, etc. las cuales no podrían realizarse todas juntas un día Domingo.

Gloria a Dios! Porque en ese caso (de haberse podido) también se realizaría todo esto un día Domingo.
Para los cristianos el Domingo es algo casi sagrado.

Los Adventistas consideran al Sábado como día de reposo, tal y como está escrito en los manuscritos originales.

Los evangélicos les critican su posición “sabatista” porque consideran que hay cosas más importantes que guardar el Sábado, y además ven la observación de este precepto como una faceta legalista.

Según la iglesia evangélica, se cree que en algún espacio perdido de la teología quedó sellado a fuego un aparente “cambio de reglas” en donde Dios decidió cambiar el Sábado por el Domingo a su antojo y (al no estar escrito en la biblia) sin avisarle a nadie. Excepto, claro, a los evangélicos.

Antes de continuar debo aclarar que no soy adventista. He nacido en el Señor en una congregación evangélica.

Muchas cosas en la iglesia evangélica están de acuerdo con la palabra de Dios. Pero no todas.

¿He de guardar sólo aquello que se me enseña (y se me etiqueta) como “evangélico”? Yo considero (corríjanme si me equivoco) que un cristiano debe guardar TODO el consejo de Dios.

Presten atención a lo que Jesús les dijo a los líderes espirituales de Israel:
“Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”. Mateo 15:7-9
¿Usó Jesús de palabras ofensivas o simplemente hizo una declaración de la verdad?

Hoy se piensa (y se enseña repetidamente desde los púlpitos) que el decir la verdad en forma directa y sin “suavizantes” puede resultar ofensivo.

Por otro lado, se hace referencia que decir tales verdades en relación a un siervo del Señor es murmuración contra las actividades de ese ministerio.

¡Sería bueno que existiera algún líder cristiano actual que hubiera intentado “enseñarle” a Jesús a medir sus términos para dirigirse a alguien con “autoridad espiritual” como lo eran los fariseos de entonces!

Jesús sólo habló la verdad. A cada paso… En cada sílaba.

No temía el efecto que producía su mensaje, ni medía el alcance de sus palabras sino que hacía uso de lo que conocía en su totalidad y sabía que era cierto.

“Y llamando a sí a la multitud, les dijo: Oíd, y entended: No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre. Entonces acercándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra?” Mateo 15:10-12
¡Las palabras de Jesús fueron consideradas una ofensa!

“Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada.” Mateo 15:13.

¡Sin rodeos! Directo a la raíz del problema. 100% de verdad. Nada de buscar el modo de disfrazar la realidad haciendo el mensaje suave y digerible. Certero como una daga al centro de la conciencia.

Jesús opinó negativamente de los fariseos. Escúchenlo: “Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo”. Mateo 15:14
Fue un comentario negativo acerca de la visión nula de estos hombres que se creían y veían a sí mismos como espirituales. (Quiero repetir esta frase: “Se creían y veían a sí mismos como espirituales”).

El relato continúa:
“Respondiendo Pedro, le dijo: Explícanos esta parábola.
Jesús dijo: ¿También vosotros sois aún sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre, y es echado en la letrina? Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre.
Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre”. Mat 15:15-20

Al ver cientos de iglesias engendrando cristianos zombies, amoldados a su propia doctrina, sin enseñarles la libertad que poseen en Jesús para hacer la obra del Señor, necesito alzar la voz. No puedo callar!

Por años se enseñó sobre los peligros de la frialdad de los cristianos “calienta bancos” en las iglesias cristianas. Y se les enseñaba lo útil que resultaría ponerles a trabajar en cualquier departamento de la iglesia.

Posteriormente la selección de dichos hermanos para la obra fue un caos total. Se les imponían encuentros, post-encuentros, pre-encuentros, ni-te-encuentro, y no sé cuántas cosas, que se suponía que llevarían al “nuevo cristiano” a crecer en tiempo récord para capacitarlos en forma “Express” y ponerlos a trabajar pronto.

Con estos procesos “pulse-el-botón-verde-y-tenga-ya-su-cristiano”, se desvirtuó la capacitación que tenían los grupos inicialmente, en donde se trabajaba sobre bases bíblicas serias y sólidas para el crecimiento de los hermanos.

Viene a mi mente un texto de Clive Staples Lewis (el creador de las “Crónicas de Narnia”, entre otros libros cristianos, como “Cristianismo y nada más”, “Cartas del diablo a su sobrino”, “El problema del dolor”, “Ensayo sobre el perdón”, etc.), quien mencionó lo siguiente:

“Todos deseamos el progreso. Pero progresar es acercamos al lugar al cual queremos llegar.

Si hemos tomado un sendero extraviado, avanzar por él no nos lleva más cerca de la meta propuesta.

Si estamos avanzando por el camino equivocado, progreso es dar media vuelta y regresar al camino correcto; en tal caso el hombre que más pronto lo haga es el más progresista.

Todos hemos experimentado esto cuando hemos estado sacando cuentas. Cuando se empieza mal una suma, mientras más pronto se reconozca esto y se empiece de nuevo la operación, más rápidamente se efectuará la suma. No hay progreso en estar equivocado y rehusar reconocerlo.

Creo que si echamos una mirada al actual estado del mundo, queda bien claro que la humanidad ha estado cometiendo una grave equivocación. Nos hallamos en el sendero equivocado. Si es así, debemos regresar. Regresar es la forma más rápida de avanzar”.

¡Coincido plenamente con él en estos textos!

Pero siempre están los que se arrepienten sin arrepentirse, aquellos que no tienen intención alguna de rectificar su falta, aún cuando la reconocen como tal.

Y vuelvo a citar a C. S. Lewis: “el arrepentimiento no es algo divertido, sino un acto mucho más difícil de ejecutar que agachar la cabeza humildemente. Arrepentirse implica deshacernos de toda vanidad, rebeldía y de la mal llamada autoconfianza en la nos hemos estado moviendo hasta entonces”

Que el Señor nos permita tener una iglesia limpia, que crezca en santidad, libre de las ataduras de las tradiciones, costumbres e ideas humanas (también las mundanas) y nos permita recuperar el tiempo perdido y regresando al camino del Señor. Aún cuando esto suponga la pérdida de comodidades mundanas adquiridas.

Que la Gloria del Señor nos acerque a la dulce y perfecta voluntad del Señor, que se encuentra en la necesidad, el dolor, la sencillez, la humildad, la pobreza, la angustia. En lugar de creer que el Señor ha venido a darnos un tiempo de opulencias, vanagloria, reconocimientos, comodidades y confort.

Dios nos guarde de caer en tales tentaciones. Dios nos guíe a abrir los ojos de quienes permanecen en su postura altiva en la iglesia de Dios.

Hemos sido llamados para alumbrar. No es posible callar la verdad. Es necesario hacerla pública, sacarla de debajo del talmud, para que alumbre a todos los que están en la casa del Señor.

Oremos por un ministerio de poder que quebrante las barreras mundanas que se han levantado en muchas congregaciones y que sólo arrastran consigo a quienes desean de corazón servir al Señor.

Mi alma se ha angustiado con esta situación actual de la iglesia.

Seamos sinceros, hermanos… ¿es a esto a lo que llamamos “avivamiento”?

Que el Espíritu Santo se manifieste con poder y gran gloria, y que ningún hombre enfríe Su obrar.

El Señor los bendiga!

Raimundo

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