¿En qué ocupamos nuestra mente?

Millones de almas se pierden, mientras otros millones (¿salvos?) se “distraen” de su labor evangelística…

¿Cómo puede ser esto?

En tanto el mundo se pierde, no hacemos mucho por “distraerles” su atención de las cosas vanas de este mundo para mostrarles su realidad espiritual actual de condenación que irremediablemente les llevará hacia una eternidad lejos de Dios.

Cierta vez leí un texto del libro “¿Por qué no llega el avivamiento?” del hermano Leonard Ravenhill, en el cual se relataba el siguiente hecho histórico:

“Un condenado a muerte, fue acompañado por un capellán que desde su celda y hasta el lugar en donde sería colgado el reo, iba leyendo textos bíblicos sobre la gracia del perdón en Cristo y las promesas de la vida eterna, aunque sin gran convicción en que pudieran tener efecto alguno en aquel ser despreciable para la humanidad.

En un momento del recorrido, el condenado fue tocado por el contenido de dichas palabras y volviéndose al capellán le dijo:

¿Realmente usted cree lo que está leyéndome, capellán?
Porque si yo creyera en todo lo que está usted diciendo cruzaría todo Inglaterra de rodillas, aún cuando su suelo estuviera sembrado de vidrios rotos, para gritarle a todos esta gran verdad
.”

Ante el Señor todos somos responsables de anunciar el evangelio de Cristo a quienes nos rodean.

Mientras… ellos van “conectados” a sus reproductores de MP3, a sus celulares con radio FM, a sus Blackberry, iPods, o bien, leyendo los manuales de estos equipos para conocer el modo de sacarle provecho a las “1.000 aplicaciones incluídas” de su “juguete nuevo”.

En ese mismo tiempo… los cristianos (¿atados?) a sus auriculares con el sonido a todo vapor (¡qué viejo soy!), o a todo volumen (¿voy mejorando?) con algún tema de adoración.

Otros (cristianos también) consideran que sólo es posible hacer algo desde puestos de poder y se vuelcan a ocupar cargos públicos y políticos creyendo que el sólo hecho de un bienestar pasajero en este mundo es la base del eterno plan de Dios.

La única base y fundamento de nuestra fe es Jesucristo. Nadie puede poner otro fundamento para sentar las bases de una firme y segura vida cristiana forjada en la verdad.

Él es todo lo que necesita el cristiano. Tanto para sus necesidades físicas, psíquicas, materiales y espirituales, como para realizar las tareas que el Señor va poniendo en su camino día a día.

El hacer o no la obra del Señor dependerá de cuán atento está el creyente ante la necesidad espiritual de este mundo.

Si se mantiene en un espíritu de constante oración en el Espíritu, el Señor no sólo le dará claridad para reconocer cuándo debe actuar, sino que el Espíritu Santo del Señor llenará su boca con palabras que nadie podrá contradecir.

En el caso de que exista quien desee contradecirlas (como sucedió con Esteban) el Señor le dará tal clase de convicción sobre su verdad, que no sentirá agresión alguna, aún cuando ésta fuera física.

Recuerden el caso: Esteban predicó y exhortó a sus oyentes a que se arrepientan y terminó siendo apedreado. ¿Pero qué fue lo que sucedió? En lugar de pedir socorro o escapar de ese momento, dijo: “He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios”. Hechos 7:56

A esto, ¿qué sucedió?

Lo siguiente:

“Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él.

Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo.

Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu.

Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado.

Y habiendo dicho esto, durmió.” Hechos 7:57-60
Que el Señor los bendiga !!!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Es tiempo de volver. Pastor Samuel Mariano

Proverbios 1:4

Las Crónicas de Narnia: El Príncipe Caspián