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Mostrando entradas de septiembre 17, 2008

Almorzando a tu propio hijo

A veces, leyendo la biblia, nos topamos con algunos relatos de una crueldad humana difícil de imaginar. Hasta hay quienes evitan leer ciertos párrafos, por conocer su contenido sangriento. Los canales de noticias muchas veces nos muestran realidades inconcebibles de maldad humana y se escuchan comentarios posteriores tales como: “Antes estas cosas no pasaban”, “cuando yo era joven, no te dejaban hacer esto o aquello”, etc. etc. etc. Lo cierto es que la biblia nos da la pista sobre un tipo de maldad que siempre estuvo presente en el hombre, aún cuando no existía internet, ni noticiero televisivo o radial, ni teléfonos móviles, ni nada que se acerque a todos los artefactos y tecnología con la que contamos en la actualidad. Entre esos pasajes sangrientos y horripilantes, encontramos el de dos mujeres hambrientas en medio de un sitio que se prolongó por un tiempo tan prolongado que escaseaban los alimentos y lo poco que había se vendía a precios exorbitantes. El pasaje puede leerse en

Cristianos "golondrina"

¿A quién se llamó así? Ya desde la época de 1986 (en pleno “avivamiento” en Argentina) teníamos señales de un deseo evangélico de contener a las “almas nuevas” u “ovejas recién convertidas” dentro del redil. Este nombre “golondrina” se le adjudicaba a cualquier hermano o hermana que, no estableciéndose en una congregación de modo permanente, buscaba nuevos horizontes en otras congregaciones. En esta nota quiero reflexionar sobre este mote que tan a la ligera se utilizó sobre muchos. Algunos de éstos (Dios quiera me equivoque) perdieron la fe que una vez les fue dada por la torpeza de quienes siempre discriminan en lugar de quitar las vigas de sus propios ojos. Algunas ovejas, a veces de modo consciente y voluntario, otras veces casi sin entender el porqué, salen a buscar pastos verdes, cuando sus pastizales se vuelven amarillos o incomestibles. El término “golondrina” o “veleta” cambiará seguramente dependiendo de qué país se trate, pero espero que todos comprendan el significado.

El Jesús que nunca conocí: La Tentación.

Estoy leyendo un libro del autor cristiano Philip Yancey (más cristiano que muchos, aunque seguramente que no le gustaría leer esta opinión sobre su persona) titulado como he titulado el post: “El Jesús que nunca conocí”. ¿Lo recomiendo? ¡ Sí ! Lo recomiendo, (re-comiendo). En él, el autor comenta su viaje en 1991 a Rusia en tiempos en que el impreio de la Unión Soviética se estaba desintegrando. Pudo comprobar según sus propias palabras que “ setenta y cuatro años de comunismo habían demostrado, más allá de toda duda, que la bondad no se podía legislar desde el Kremlin y obligarse a punta de pistola. Resulta una ironía contundente que los intentos de obligar a la moralidad suelen producir personas desafiantes y gobernantes tiranos que pierden su sentido de moral “. Esta última frase en negrita es aplicable (literal y prácticamente en su totalidad) a algunas congregaciones evangélicas de la actualidad. Inmediatamente después de presentar esta experiencia, Philip Yancey hace una an

¿Esta es la Iglesia por la cual murió Cristo?

Quiero transcribir un comentario de mi hermano Leovanis Farías y sólo haré al finalizar una breve reflexión sobre sus palabras. ¿Quién es Leovanis Farías? Un hermano en Cristo. Para Dios es suficiente. Quizá para muchos sea necesario presentar algún carnet de la asociación de líderes de nosedónde para poder manifestar su autoridad para decir algo. Aquí va su comentario: Recientemente conversé con una hermana en Cristo, la cual me comentaba sobre la forma imprudente e inconsciente de algunos pastores y ministros al momento de pedir los diezmos y las ofrendas, existe una manipulación exagerada. La forma en que le quitan a las personas su dinero, objetos de valores, prendas y bienes. Algunos le piden a las personas enfermas, que recurren a ellos, confiando en su buena fe por el hecho de que se dicen llamar cristianos. Lo cierto es que ” estos lideres religiosos” so pretexto de llamarse hijos de Dios, les exigen a las personas una buena ofrenda o diezmos para que Dios los pueda sanar