Deseas prosperidad ? - 3a parte.

Es interesante ver que cuando se toca el tema de la prosperidad, se puede palpar el rechazo unánime de aquellos que tienen el oído acostumbrado a escuchar la doctrina de la abundancia.

No juzgo a tales hermanos. Yo mismo he navegado por esas aguas y creo que puedo llegar a comprender lo que se siente.

Al leer algunos de mis textos, suelen decirse a sí mismos: "Si lo que yo creo (además de que me lo enseñó mi pastor, que no es cualquier pastor, sino que tiene "tantos" años en el pastorado y cuenta con el aval de las más importantes organizaciones evangélicas del país y del exterior)... ¿cómo puede este hermano caer en semejante error?", (casi me parecería escucharlos, porque de hecho me he escuchado antes a mí mismo... jaja).

¿Error? Si examinamos la palabra de Dios, en ninguna parte se enseña que debamos anhelar el éxito económico.

Las añadiduras, siempre son y seguirán siendo "añadiduras". No deben buscarse de ningún modo... vendrán si el Señor quiere.

Lo principal del asunto es presentar al Señor Jesucristo resucitado a toda criatura, o sea, predicar el evangelio de Jesucristo. El resto de las enseñanzas "modernistas", "positivistas" y de kermese... no son más que hojarasca.

Se suele citar con frecuencia este versículo: "Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma" (3° Juan 1:2).

Mediante este párrafo se induce a los cristianos a desear cuantas cosas quepan en su corazón, puesto que ¡Dios no puede negarse a darles a Sus hijos lo que ellos le pidan!

Si se lee correctamente, no habla de que tenga abundancia, sino que sea prosperado.

Es posible tener lo necesario y vivir plenamente.

Pablo dijo una vez: "Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad" (Filipenses 4:12).

Ahora bien... Para vivir en la abundancia que asegura haber vivido, manifiesta que debió "ser enseñado".

Muchos en la actualidad desean la abundancia sin someterse a la educación previa para sobrellevar con humildad la abundancia.

Las pruebas saltan a la vista, cuando vemos hermanos que hacen ostentación de sus bienes, utilizando formas de hablar de apariencia espiritual y creyendo que Dios les ha ascendido en la jerarquía (por así decirlo), y creen (ilusos ellos) que por tener bienes materiales, queda confirmada la "bendición del cielo sobre sus vidas" por lo que ellos han logrado esas metas mundanas y otros hermanos no.

Es muy triste lo que digo, pero lo he visto con mis propios ojos. Nadie me lo ha contado. He saboreado esa clase de trato por parte de varias personas (muchas de ellas "líderes" y "hermanos crecidos"), y hasta he notado que en sus palabras adornadas estaban esperando despertar mi envidia.

Más que envidia, me llenó de tristeza esta actitud. Me recuerda a la tristeza de Jesús cuando habló con el joven rico... Ese tipo de tristeza. Dan ganas de llorar a los gritos y decirles: ¿Pero es que todavía no entendieron nada del evangelio? ¿Cómo pueden personas así apacentar a las ovejas? Es realmente doloroso. Pero por otra parte, es verdad. Lo cual es más triste aún.

Ojalá mi testimonio fuera falso. Por el bien de la iglesia ! Pero lamentablemente, el rumbo que ha tomado la predicación "exitosa" es evangélicamente degradante.

¿Alguien puede pensar que Jesús se mató para que nosotros comamos y bebamos?

¿La enseñanza apostólica apuntaba a la bendición económica?

¿Dejaremos de desear un perpetuo "Disneyworld" y tomaremos de una buena vez la cruz que nos toca, sin importarnos el precio que debamos pagar?

Silencio...

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Raimundo.

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