¿A qué llamamos "fruto"?

Es interesante lo bien que los hombres logramos cambiar el significado de las palabras de Jesús.

Una de las definiciones de “fruto” es: Producto de las plantas, que, aparte de la utilidad que puede tener, sirve para desarrollar y proteger la semilla.

Como cristianos, si permanecemos en Él, damos fruto. Es una consecuencia lógica.

No se trata de ser el que más recauda, o el que más convence, o el que llena estadios, ni se trata de que todos sepan quienes somos y qué hacemos para Dios.

Jesús enseñó todo lo contrario. “No sepa tu mano lo que hace la otra”, “tu padre que ve en lo secreto te recompensará en público”.

Somos orgullosos por naturaleza. Deseamos ser vistos. Nos encanta que otros mencionen las “grandes cosas” que hemos hecho en el nombre del Señor.

¿Acaso no será esa la recompensa? ¿Quedará en la eternidad alguna otra recompensa para quien se “cobra” reconocimientos en la tierra? Sólo me lo pregunto. Pues tal pareciera que existe una necesidad de mostrarse que ya no tiene topes. Por lo tanto vemos tantas opciones “renovadoras” que lo único que poseen de renovador es que han cambiado el nombre.

Se evita mencionar la palabra “pastor” pero abundan los “obispos”, “profetas”, y hasta “apóstoles”.

Sin juzgar este despliegue de “nuevos” ministerios me pregunto… ¿no existe poder en el Señor para que se deba recurrir a estrategias de marketing a fin de atraer a las vidas al camino? ¿En dónde habrán quedado los válidos apetitos por un avivamiento genuino del Espíritu Santo, en lugar de fingirlos mediante esfuerzos psicológicos que nada tienen que ver con el poder de Dios?

¿Aprenderemos algo de todo esto?

Ciertamente algunos estamos aprendiendo bastante. Lamentablemente seremos comprendidos en el futuro (si llega) cuando otros miren su pasado, que se corresponde con nuestro presente, y digan: “Vean las torpezas en que han caído estos hermanos”.

Ya no se busca encontrar el camino que Dios desea que transitemos, sino que se buscan resultados… “Frutos” según el nuevo diccionario evangélico, en donde todo cambia… menos Jesucristo, que permanece para siempre y nos desea fieles, no ingenuos.

Que el Señor les bendiga !!!

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